Y puntos de encuentro, pasar una tarde en una plaza o en una playa, no tiene por qué ser darle de comer a las palomas, que por otra parte son ni más ni menos que ratas urbanas, trasmiten enfermedades y tiene piojos.
La proliferación de palomas en las plazas, debido al excesivo tiempo libre de los que las alimentan puede cambiar.
Es una propuesta que ya está en marcha en plazas de las principales ciudades del mundo, una librería, que presta libros aprovechando los espacios públicos.
Está claro que promover la cultura no tiene el fin de acabar con las palomas, sino educar, entretener, ofrecer una alternativa que haga circular autores y temas.
Nunca mejor ocupado el tiempo.
Berlín, Nueva York y Parías a la cabeza de la propuesta y algunas playas de Cartagena, abrieron puntos de lectura, donde se podrán, en algunos casos gratis, en otros un pequeño precio de alquiler, contar con un libro que haría más entretenida las vacaciones.
Chile fue una de las pioneras, comenzó esta propuesta en el verano del 2014 y piensa repetirla este año.
Los niños, son el principal público.
Los juegos físicos son un complemento de esta actividad que alivia al aburrimiento y la preocupación de los padres a los que no sólo les resuelven algunas horas de tiempo ocupado en la mejor de las actividades, leer; sino que además comparten con los hijos.
No es sencillo mantener un estilo, servicio, atención de una biblioteca en la playa, pero cuando una actividad recibe el beneplácito del público se convierte en una necesidad.
Una de las mejores propuestas para el verano en la playa, esperamos que la iniciativa se contagie en nuestra Argentina, además de disponer de ella en cualquier destino vacaciones, la montaña, el río.
Como todo lector, aún en el paraíso más maravilloso, la necesidad de la lectura no se cambia por mirar o disfrutar del mar.
Los libros tienen la cualidad de ser los mejores compañeros en cualquier circuntancia.