Las paredes de las ciudades son cartas documento del pueblo, suele decirse, ahí, donde nació el arte del grafiti, que antes fue el arte del muralismo, y que antes fue la escritura copta, además de los criptogramas e historia egipcia, y hasta la cuevas del Altamira, la realidad del arte es la historia misma.

Las expresiones artísticas que toman las paredes se convierten en expresiones artísticas del pulso político, histórico, económico de los habitantes, el arte callejero es un corazón que late fuerte, dirigido a todos, sin distinción de condición de espectadores.

El arte siempre eleva su condición, con la complicidad de las formas en que inquiere la sensibilidad de la gente; los artistas plásticos funcionan como una suerte de médium que interpreta, ejecuta, representa; el arte callejero no se circunscribe a paredes, espacio fijo, sino también a objetos en movimiento, trenes, vehículos, el arte se abre a los diferentes estímulos que proponen las ciudades y establece conexión entre los ciudadanos; los enciende o siembra ideas, desde siempre el arte callejero conlleva un mensaje, más allá de la tendencias de los artistas a no sujetarse a compromisos externos, el arte callejero, en especial, convoca una especial atención al mensaje; en una galería, el artista y el espectador son convocado, en el arte callejero el espectador es embestido por el arte, quiéralo o no.

Las formas, modelos o métodos, a veces son las publicitarias, esos avisos que intentan ser concisos, tras el cual hay teorías económicas, de comercialización y hasta políticas; pero también culturales y comparte espacios con las formas arquitectónicas, el espacio social, el movimiento incesante de vehículos y personas; el arte callejero a pesar de quedar fijo, en paredes, o de moverse en transportes es también llevado encima de las personas, mediante una transfiguración física, tatoos, escultura en cabellos o simplemente estilo en la ropa.

El arte nos toma y vivimos a través de él, sin percibirlo completamente.

Entre las expresiones del arte callejero, especialmente el muralismo es una de mis preferidas, la posibilidad de cambiar la perspectiva, el tamaño, y la precisión en el cambio de tamaño, es una muestra de la calidad del artista, las grandes obras para ser observadas desde la distancia, no la medida en metros, sino en cultura e historia, es la impresión que me dio el mural de la artista Silvia Albuixech, cuya obra observamos en el cuadro, mural pictórico “Fragmentos” alusivo a la violencia contra la mujer. Hall central Universidad Tecnológica Regional Tucumán, año 2016; los elementos geométricos en el cuadro en contraste inquietante respecto a la mujer fragmentada, economía en la representación del cuerpo, el perfil de las mujeres, con un nexo entre esas imágenes egipcias las expresiones callejeras antiguas, con la característica común del mensaje.

En alguna de las obras de esta autora, los elementos de las maquinarias, aparecen como una constante; la representación de objetos abandonados en medio de espesuras, como si la naturaleza los estuviera absorbiendo; en este mural, una maquinaria extraña está debajo de esta mujer, engranajes que van a destruirla, la realidad de la mujer en la actualidad de hoy son como ruedas dentadas que van a consumirla. A su vez, la ubicación y tamaños diferentes de los elementos circulares, imágenes de fractales, similares al mecanismo de relojería, el enemigo más despiadado, el tiempo, un objeto de geometría que marca el pulso de la vida.

Silvia Albuixech, muralista, artista plástica, nos muestra diversos aspectos de la violencia contra la mujer, una característica por sobre otras que presentan los mujeres: un mensaje contundente.