En todas las épocas hay una rebelión entre los artistas plásticos que presupone nuevas corrientes artísticas, nuevas propuestas, en los últimos años, la representación pasó, en parte, al deslumbramiento que propone las nuevas tecnologías, con una característica revolucionaria: la posibilidad de la replicación exacta y las consecuencias sobre lo que ello implica.

La inspiración pareció expandirse con resultados artísticos que invadieron todos los espacios, la publicidad, el marketing, hasta conceptos fríos como la matemáticas, empezaron a formar parte de las propuestas, como lo son las figuras fractales; aunque la repetición hipnótica se explayó entre las distintas escuelas y no sólo como productos de computación o de arquitectura.

Estamos rodeados de tendencias artísticas, como si hacer algo involucrara, de alguna manera la impronta del arte.

El arte vale la pena, es la conclusión, el impacto sobre  la espiritualidad del hombre es quizás la característica más importante, eso intocable, indomable que algunos artistas saben expresar.

El arte abstracto con su propuesta interiorista, particular, que apela a una realidad distinta, es la consecuencia directa de los artistas, que a partir del 1900, o 1910, destituyeron la fuente figurativa como canon artístico, sumándole a lo clásico la inquietud interior de los propios artistas.

Empezaron a ser ellos mismos además de la técnica con que lo emprendían.

Mostrar el mundo interior, imperfecto, terrible o bello, comenzar a exponerse en un sistema que hasta entonces consideraba a la palabra “artista” relacionada con los nombres de la época, Rembrandt, Velázquez.

Esta nueva forma de arte visual, llegaría hasta nuestros días, bajo diferentes visiones y corrientes, el pop abstracto, el abstracto expresivo; formas de hacer escuela y romper las etiquetas.

El siglo XX fue una explosión en varios sentidos, no sólo en el arte, en la ciencia, en la tecnología, sino también en violencia, en belicismo y en un llamativo crecimiento de la publicidad y el marketing sobre condiciones sociales, económicas y políticas, todos asuntos en los que el arte intervino, no sólo como representación, sino también como instrumento.

Si el arte ha sido siempre un modo de expresión de su época, en la actualidad va por delante de todas las actividades del hombre, la manifestación artística, el impacto sobre la sociedad, es ya tan cotidiana que no se reflexiona sobre sus características, sino que se lo consume.

Aunque siempre se ha relacionado el arte como negocio, las características de valor también fueron cambiando, el arte publicitario, por ejemplo, se mide en impacto de ganancia, teniéndose además un factor de acción política: el arte que modela a la sociedad, no sólo en sus gustos, sino en aspectos como decisiones de la vida diaria, la comida, la ropa; así como decisiones de la vida trascendental, el voto político.

El arte que prevalecerá como consecuencia de todos los espacios que ha invadido, aún está por percibirse, no tenemos un límite preciso sobre cuándo comenzamos a ver acciones como arte y a involucrar lo visual artístico como producto político.

Estamos transcurriendo una época en la que ya no se discute el valor del arte, sino su aprovechamiento.