El arte visual, como todo modelo de desarrollo social es también una instancia de impacto en aspectos como la publicidad, la arquitectura. Si de algo se han alimentado los medios es de los artistas visuales que han comenzado a desarrollar una actividad amplificada, no sólo con el uso de aplicaciones que facilitan el diseño, sino también la difusión.
El escenario de los artistas plásticos modernos, no es sólo virtual, sino también físico, en tanto el urbanismo interpela lo social, la participación de la mirada artística ha sido y será un elemento integrador del desarrollo social.
La relación entre la música y la eficacia laboral, hace mucho que es empleada por las empresas, y no hubo de pasar mucho para igualar la idea con el arte, los analistas especializados en la performance laboral están de acuerdo en que espacios que abordan el arte como concepto de relevancia, cuentan con la aprobación y el beneplácito del ánimo de los trabajadores, que rodeados de un ambiente artístico atestiguan el efecto motivacional.
Y para el artista visual, a su vez, orientar la disciplina artística desde un punto de vista no recreacional, también es una punto de descentralización, lo que lleva a involucrar la inspiración en todo tipo de orden de representación, política, cultura, economía, incluso intervenir con sesgo ideológico.
Algunos famosos artistas de la pintura, han intervenido en el área de le publicidad y hasta han realizado el movimiento de convertir su arte en objetos de marca propia, invadiendo el área del menaje o adornos; el arte visual a irrumpido en la vida diaria en todos los ámbitos y culturas.
El lábil marco conceptual de las artes plásticas se desvanece, cumpliendo su rol de rebeldía para crear nuevas formas de percibir el arte y romper con los supuestos y categóricos sistemas de producción de sentido.
Las nociones economicistas se vieron irrumpidas por el alcance, inevitable, del arte sobre la producción; el sector culturas a aprendido a invadir terrenos que no les eran propios, el mundo de las empresas, de la logística y ha intervenido a su vez, convirtiéndose, por momentos, en industrias de lo creativo.
Las raíces del arte, son de frutos eclécticos, y parte de ellas se desarrollan para el mundo empresarial.
La aceptación del arte como utilitario político o económico, es una forma de pensar el arte como interventor, de la misma forma que el arte que no está sometido a leyes de mercado e impacta por su sentido en sí mismo.
Las lógicas organizacionales cuentan con arte como método para formar estructuras culturales que les aseguren un efecto benéfico, como cualquier otro modo de estimular la organización empresarial hacia un fin económico.
Los juicios de valor sobre el objetivo del arte, han dejado el estigma de ser arte menor, el arte de consumo, es tan adecuado a las épocas que vivimos que el arte sin efectos sobre la sociedad está teñido de sospechoso.
Aunque los artistas plásticos son reticentes a formar parte de la lógica empresarial, no deja de ser un factor que, a su vez, promueve el mejor de los estímulos para cumplir la lógica que mueve a los artistas: ir más allá, en el lenguaje artístico, en elementos artísticos, en narrativa artística. Luego, siempre quedara la discusión sobre la lógica del consumo y la intervención del arte para intervenir en ese consumo, como si el arte, para constituirse tuviera que evitar constantemente encasillamientos. No hay fronteras estrictas, ni siquiera en la ciencia, el arte no tiene por qué ser diferente a cualquier otra disciplina.