Hoteles en Estambul, el Fer se lleva el premio 11/12/2016
Estadía confortable en Estambul
Estambul la ciudad de las leyendas




Con suficiente experiencia en los sistemas como Booking o Tripadvisor, en donde el objetivo es el beneficio económico de esos emprendimientos, era de esperar que la calificación de sus productos, los hoteles,  no constituyeran un referente para el turista desprevenido; los puntajes finales suelen no representar la realidad de lo que se va a encontrar en los hoteles y como todo proyecto que implica criterios diversos, detalles puntuales son ignorados.

Es por ello importante describir un poco mejor las cualidades de los hoteles en aspectos personales y en los que no, teniendo en cuenta la experiencia propia y de compañeros de ruta.

En la realidad de los hoteles, la diferencia está en la atención, en las personas, y el valor que se le da a las necesidades de cada cliente.

Esta es la prueba a que aplicamos a un grupo de hoteles, 8 en total, entre 4 y 5 estrellas, a la que se le suma un barco de 5 estrellas, sometidos a solicitudes simples pero importantes; a la hora de proveer de confort al viajero.

En este test sólo un hotel resultó exitoso y supo sortear con altura los problemas planteados.

El recorrido de esta travesía, comenzó en Egipto, continuó en Grecia y terminó en Estambul, las variadas respuestas de los hoteles se alejaron o acercaron de sus puntajes obtenidos en Booking o Tripadvisor, pero en lo fundamental, la experiencia del viajero, el compromiso de la mayoría con los servicios que ofrecen fue nulo o decepcionante.

La única condición que se había solicitado en todos los hoteles eran habitaciones de no fumadores.

En todos los hoteles, barco de 5 estrellas incluido, hubo graves problemas de ventilación, ya que el humo se distribuía por ese medio, sea por aire acondicionado o sólo renovador de aire, porque lo que las habitaciones de no fumadores terminaban con tanto humo como en cualquier otro espacio del hotel, toallas impregnadas, ropa personal y todos los problemas que implica el tabaco para una persona alérgica al cigarrillo.

La situación no era puntual, pasaba lo mismo en pasillos, ascensores, hall, sitios donde había carteles de prohibido fumar -con gente fumando bajo ellos-, humo y olor a cenicero usado en todo los espacios bajo la mirada indiferente de empleados y responsables de hoteles.

Ya se darán una idea de la falta de confort para las personas que no fuman y la queja por igual sobre el tema. En esos países, nadie controla que se respete el servicio que se ofrece.

En cada ocasión, frente al reclamo de los usuarios, la respuesta es: en las habitaciones de no fumadores hay detectores de humo; como si fuera necesario controlar a quien pide estas habitaciones, en vez de controlar a los que no cumplen la norma, que están afuera de estas habitaciones; como si el objetivo fuera proteger a las habitaciones del humo, en vez de a las personas.

Es así que para quien tiene problemas con el tabaco, no encontrará ni comprensión ni solución al problema. Este comentario, por ahora, dejará de lado el aspecto de la limpieza. El poco cuidado por los espacios de no fumar, se extendía a otros aspectos de higiene, estos descuidos sin duda, representaban otros peores a los que les dedicaré otro artículo.

La excepción: el hotel Fer en Estambul, donde en las habitaciones, bien resuelta la ventilación no se respiraba tabaco, las toallas tenían el olor correcto, así como los artículos personales.

Sometidos a diferentes situaciones, no así en el resto de los hoteles, en el Fer, en cada ocasión y a cualquier hora, se apersonaba alguien del hotel ofreciendo una solución a satisfacción del cliente; cambio de toallas, vasos, pequeñas preocupaciones o servicios como los de la cena, que en un hotel de 56 habitaciones debieron prestar para sólo dos personas, durante varios días, y que atendieron con gran solicitud y amabilidad.

A la hora de elegir un hotel en un país donde no hablan un idioma que entiendas, las pequeñas solicitudes se convierten en grandes; sin embargo, en el Fer hotel se esmeraron en satisfacer cada una de las situaciones a favor del cliente.

Tratándose de viajeras con pedidos “extravagantes”, el personal del Fer, desde el mozo que atendía las comidas, en recepción o Manager del hotel con gran predisposición en resolver las inquietudes turísticas infrecuentes, aquellas que se salen de los prospectos publicitarios, las insólitas cuestiones o preguntas fueron prestamente evacuadas a costa del tiempo del personal.

De este hotel, además, y ya con toda la sensación de real confort y satisfacción con su especial arquitectura, me traje la mejor de las experiencias.

Cuando un viajero está satisfecho le dará espacio al arte que lo rodea, porque este hotel es una verdadera obra artística.

Sin duda inspiración de Mies Van Der Rohe, de rigurosas líneas rectas, llevadas al extremo en todos los detalles, carpintería, grifería, decoración.

Uno de los detalles exquisitos del hotel está en los baños de acceso común, un lujo de orden, limpieza, espacio, y en vez de aire, método bastante desagradable, o papel para secarse las manos, colocan toallas individuales. Un tema aparte es la calidad de las toallas, mullidas, grandes las del cuerpo, para manos y pequeñas. Si un suvenir hubiera deseado traerme de ese hotel era una de esas pequeñas y perfectas toallas. Suelo llevar mis propios jabones en los viajes por el tamaño, esto no fue necesario en el Fer ya que el tamaño era también cómodo.

En algunos hoteles cumplen trámites, esto es, dicen tener WI FI, pero no funciona o no “llega la señal”, aunque pretenden cobrarlo; tienen TV, pero es tan pequeña o mal ubicada que desde la cama no se ve nada; en el Fer, la TV es del tamaño adecuado, el WI FI funciona sin problemas y es grátis.

Mientras en todos los otros hoteles nos cobraban los líquidos que consumíamos en el almuerzo o cena, en el Fer no solo fue gratis el agua sino que podías consumir cervezas, sin límite, todo incluido.

También tuvieron la deferencia de facilitarnos una tarjeta para el transporte en la ciudad, cuya obtención no sólo era difícil para nosotras sin saber cómo funciona o cómo obtenerla, ni si convenía o no, que nos tranquilizó para los traslados en la ciudad. Tuve intención de devolverla para el uso de otro huésped, pero lo olvidé; aunque me tengo la opción de facilitársela a un amigo que estaré en Estambul en un par de meses y a quien le recomendé este hotel con gran entusiasmo.

El hotel está ubicado en una zona privilegiada de Sultanahmet, el barrio antiguo y turístico de Estambul, a pocos metros del Gran Bazar, y la mezquita Nuruosmaniye, así como de la Feria del Libro, en Beyazit -donde lamentablemente no encontré libros en español de escritores turcos-, a menos de 500 metros alrededor, están la Mezquita Azul, el palacio Topkapi, el hipódromo romano, la columna de Constantino y la Santa Sofía.

La sensación es que todos los caminos conducen al Fer, llegando desde el puerto, o desde el bazar de las especies o egipcio y el puente Galata, o desde las calles comerciales de joyería, o desde las estaciones del metro, o desde cualquiera de los puntos de atracción turística.

Entrar al Fer es incorporarse en una atmósfera diferente, desde el hall, hasta las habitaciones, cada detalle está inmaculadamente presentado.

El hotel cuenta con 5 pisos, uno debajo del nivel de la entrada, cuya base presenta una fuente de agua, con un sonido, apenas perceptible e hipnótico que ofrece al viajero una sensación de frescura y de ambiente intimista.

Los cuartos son espectaculares con espacios bien resueltos, la separación entre baño y habitación es de vidrio con una solución de cerramiento que se puede activar o no, según se desea, el efecto es de un espacio como prolongación de la habitación.

Los elementos del baño en general en concordancia con el espíritu Van Der Rohe; al igual que la habitación que además cuenta con una característica importante: son insonorizadas; si desde la ventana la vista es a la teatral fuente y al techo de vidrio por el que ingresa luz natural, no se escucha ruidos del exterior, ni del propio hotel ni del submundo ruidoso circundante que en Estambul es todos lados.




Es un hotel nuevo, inaugurado en marzo del 2016, quizás aún sin los vicios del tiempo y con todas las intenciones intactas de ofrecer al viajero una estadía memorable, es para recomendar.

Para alguien como la que suscribe, con perfil y formación en ingeniería electrónica, me permito prestar atención especialmente a la tecnología incorporada al hotel.

Una de las características fastidiosa de la mayoría de los hoteles es el descuido en ubicar el sistema de administración de luces en los lugares inadecuados y por otra parte, la dependencia de esas ubicaciones; en el hotel Fer, esos detalles están perfectamente resueltos, en el lugar correcto al alcance de la mano y combinado con pequeñas soluciones manuales en lámparas de iluminación directa e indirecta por si hubiera esta necesidad.

Tanto la administración del microclima de la habitación, con dispositivos muy sencillos en el manejo, como la gestión y combinación de teclas para accionar luces, impecablemente resueltos, un verdadero placer.

No sé si a usted, querido lector, le ha pasado, en algunos hoteles, cuando abre la canilla del agua caliente de la ducha y se le va la mano, luego se ve en la necesidad de atravesar el brazo por ese fuego hasta llegar a la canilla y cambiarla; ese pequeño detalle mortificante, está resuelto en el Fer, una ducha maravillosa, que regula intensidad está perfectamente dirigida para que se pueda acceder a las canillas sin salpicarse ni una gota, así como la disposición de las toallas al alcance de la mano, dentro de la ducha, sin necesidad de salir del habitáculo.

Me enamore del hotel, no sólo por su arquitectura, sino por los finos detalles, aunque quiero dejar en claro que por encima de todo, es la atención de la gente lo que le dará espacio a disfrutar del mundo inorgánico del diseño y dispositivos.

Aunque se suele decir que total en el hotel se está poco, para qué ser pretencioso, eso no es cierto, cuando se vuelve de haber caminado horas, cansados, sin mucha paciencia para soportar incomodidad, es el hotel el refugio del que ya gastó la resistencia en los agotadores tours; en ese caso, el hotel es el aliado inesperado, cuando te recibe el orden, la limpieza y todos los detalles de confort, contribuyen en gran parte a la predisposición con el factor placer que esperás de cualquier viaje.

Un detalle, quizás extremo -me reconozco en la observación de aspectos poco usuales, quizás de poca importancia-, es que nunca ves a nadie limpiando, pero todo está impecable y se hace lejos de los ojos del huésped; este hecho me agrada especialmente porque no me gusta ver cómo trabajan personas sobre tus descuidos o tus huellas, me provoca cierto pudor incómodo.

Como la perfección es sospechosa, no puedo dejar de señalar dos defectos. Uno importante el otro no.

Como viajera frecuente me llama la atención lo mal resuelto que están los cerramientos de las bañaderas y duchas, en general; será difícil encontrar un hotel donde no se moja todo el piso, la toalla de los pies inundada sin cumplir su propósito. Esto no es así en el Fer, el cerramiento de la ducha es perfecto y no moja el baño, pero el detalle es que se dejó afuera la toalla para salir, hay que realizar contorciones y maniobras para colocar los pies en esa toalla una vez abierto el habitáculo.

Defecto menor frente al otro.

Hace años que se sabe que una cama blanda no es lo adecuado para el descanso del cuerpo. He circulado por hoteles desde ninguna estrella hasta cinco y en ninguna se encuentra el concepto, ya viejo, que el colchón debe ser duro y recto para contribuir a la relajación de  la estructura corporal. Lo mismo con las almohadas, las de anatomía “con memoria”, son las que mejor ayudan al descanso, ya usuales en cualquier casa, no así en los hoteles. Las camas blandas son incómodas, el cuerpo se desliza para un lado de la cama u otro y solés moverte dormido y en tensión para terminar al borde de la cama. El estrés del cuerpo dormido se despierta con vos y empezar un “duro” día de tours por la ciudad luego de luchar con el colchón no parece estar en la agenda de ningún hotel.

Es una lástima que en un  hotel nuevo como el Fer, tan perfecto en decenas de detalles no tenga en cuenta este concepto de la comodidad que es el colchón recto, pero como es una constante en todos los hoteles, frente a otros aspectos, aunque importante, tengo que igualar la medida; en todos los hoteles el rubro colchón está desaprobado y también el Fer.

Otro aspecto notable fue el desayuno, lejos de la ostentación pantagruélica de los hoteles que le precedieron, en el Fer todo es de calidad y suficiente, sin exagerar. Tuvieron la excelente idea de complementar el desayuno con frutos secos, así que probé las mejores almendras en muchos años. Castañas de cajú y todo tipo de variaciones. Con el sistema buffet, ofrece al viajero suficientes variaciones combinadas con alguna que otra delicia turca,  aunque reconozco que extrañé el tradicional huevo revuelto que es un clásico internacional, no dejó de ser sorprendente y delicioso.

En Booking la calificación de este hotel es merecida, 9.7; destaca en todos los rubros, limpieza, confort, ubicación y atención del personal.

Estambul, la protagonista del viaje, se me hizo mágica, y la estadía en este hotel contribuyó en gran parte, sobre todo cuando venía de experiencias nefastas en hoteles de Egipto y extraña e impersonal en hotel de Grecia.

Los últimos días del viaje, disfrutar de una estadía con estilo y confort contribuyó a deleitarse con tranquilidad de una ciudad mítica y fascinante como lo es Estambul, a esta ciudad le dedicaré otras notas, una de las ciudades más bellas del mundo.

 

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Ana Abregú.

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