El mundo fundamentalista del consumo tiene colaboradores de todo tipo, comenzando por los propios estados, que con la excusa de subirse a la tecnología y bajo la consigna de menor burocracia, convierte el pueblo en usuarios.
No hay trámite administrativo que no requiere primero una acción en algún sitio del estado, y luego, en el mejor de los casos una presencia.
No digo que no sea cómodo sacar turno por Web y obtener una credencial de manejo en fecha razonables, sin tanta cola ni pérdida de tiempo; pero en la realidad hay todo un presupuesto para generar conciencia de lo malo que es estar todo el día con la PC, y por otro se pasan todos los procedimientos a la misma.
En todo esto, la revolución de la información es lo que realmente importa, el tener al ciudadano identificado, haciendo por sí mismos los trámites que luego servirán para controlarlo es más o menos el vellocino de oro, la entidad nic.ar de registro de nombres a la cabeza.
No estoy en contra que se sepa mejor datos sobre los ciudadanos, solo que luego se les pide a los chicos que hagan todo lo contrario, que no estén tiempo en la PC, resolviendo todo.
Si bien hay una diferencia importante entre datos de los ciudadanos y juegos, compras u otras actividades, desde el punto de vista de lo social, la contradicción es real.
El asunto de fondo es que la sospecha es que las actividades de la ciudad, procesos ideados por la administración Macri, se usarían para vendernos a las empresas. Es asi que las malditas encuestas telefónicas de la ciudad nos tienen podridos.
Habilitaron una página para registrar nuestro teléfono y así evitar las llamadas, pero ya recibí comentarios el método no sería muy satisfactorio, sobre todo porque requiere que las empresas se tomen el trabajo de revisar cuales de sus teléfonos no están registrados en esa base de datos.
No se puede llevar a cabo semejante proceso.
Por una parte, se invierte enormes cantidades de dinero para que los chicos vayan a un club y haya actividades al aire libre, maratones, carreras, bicicleteadas, recitales, por el otro, todas sus actividades, hasta las escolares, las resuelven con la computadora.
No sé cómo se soluciona el tema, pero hay un poco de incoherencia.
Desde el estado alguien debería comenzar a ser sensato y a educar a sus propios empleados y generar procesos que atiendan en persona lo mismo que ejecuta por internet, y el que quiera que elija el método por el cual resuelve.
Estamos dejando de existir, somos cosas, datos, y lo peor es que estamos en manos de procedimientos que aprovechan otros para meternos en más consumo.
A los padres les cuesta cada vez más explicarle a los chicos cuando todo es contradictorio.
El otro día en el ómnibus escuché que un niño le preguntaba a la madre sobre por qué en el ómnibus no había cinturones de seguridad.
Yo también quiero saber. A los ómnibus los conduce gente que no tiene conciencia de la carga que lleva.
El estado y empresas no asumen que usan métodos de invasión de estímulos y procedimientos burocráticos que implican el uso de medios electrónico, mucho más que el deporte o actividades culturales.
Salvo en los mundiales, los chicos poco y nada se interesan por ir a una plaza a jugar. Por otra parte y por lo mismo, el estado poco revisa la seguridad de las plazas, donde son comunes los accidentes de menores.
La verdad es que todo conspira para que los chicos se queden en casa usando la tv, pc, playstation, Xbox, ipad, tablets y quién sabe qué vendrá.
En los padres queda la responsabilidad de ordenar prioridades.