Lo más difícil en el mundo es la originalidad, estamos tan ávidos de todo que encontrar lo particular, lo diferente, crece en precio y más que en ello, en valor.
No es lo mismo el precio que el valor. El valor es un aspecto subjetivo que tiene que ver con el deseo o la necesidad de algo, el precio será alto o caro según ese valor.
Todos los días un valor crece o disminuye, no hay valor estable, todo depende de la época, del contexto y de un sin número de variables imposibles de definir.
Hay personas que tiene un sentido extraordinario que les permite llegar a la conclusión de que ese valor será rentable o no, dependiendo de dónde a quién, esas son las personas que saben interpretar las necesidades de su época.
En el medio, el reciclaje de ideas es una idea, reflotar productos que eran innovaciones en algún momento, es a su vez una idea; un producto que ahora hace el camino de no ser original y se impone de nuevo, es también todo un proceso.
Luego está la carrera de la tecnología, objetos con diseños de avanzada, quedan obsoletos en un mes, con la nueva oferta, todo es más.
En el mundo de los celulares, es donde se incurre en la mayor velocidad de recambio, los celulares, sirven cuando se lo compra, un día después ya hay una novedad, y las mismas prestaciones que tiene el que adquirimos tan solo un día antes, ya quedan obsoletos.
El consumo, juega el juego del futbol, cada uno presume de tener el mejor partido, cada uno presume de tener el mejor teléfono.
Nada es suficiente, detrás hay muchas inversiones, inteligencia y lo más importante, tiempo.
En el consumo, ya no importa qué se invierte, sino que el retorno sea lo más inmediato posible.
La calidad, en el producto es relativa, en los instrumentos que deben ser de precisión, como la óptica, comparten con aspectos eléctricos, plásticos, memorias, y contactos con otros dispositivos, todos elementos de calidad controlada, que pueden diseñarse para perder su función en un tiempo relativo. Este tiempo es el que se estima para que salga el nuevo producto.
Hoy está en la mesa de los laboratorios el dispositivo que nos venderán en unos meses, cuando ya tengamos problemas con el actual.
Antes era casual que los dispositivos electrónicos, televisores, móviles, computadoras, electrodomésticos, comenzaran a fallar cuando aparecía la novedad, ahora, la novedad aparece antes de ese momento.
La razón es que el afán del consumo, la publicidad, las complicaciones de la vida nos hacen ir por más, las razones son tácticas, tener el mejor dispositivo en el trabajo, tal como se comparan quién tiene el mejor auto, y así.
Detrás de ello hay una cadena de consecuencias, diseñadores de software, aplicaciones que inventan cosas que parecen descabelladas como el muñeco vive en el celular y hay que alimentar.
La obsolescencia programada, que trata de estimar la vida útil de un objeto y controlarla de manera que se genere la necesidad de un nuevo dispositivo, es un mito que ya no tiene importancia si es real, puesto que el consumo por sí mismo, mueve los hilos necesarios para hacer que se vendan productos apenas aparecen en el mercado.
Lo cierto es que todos los dispositivos eléctricos fallan y han fallado a lo largo de la historias, pero ahora, fallan más porque hay más; aunque no es descabellado pensar que no hay mucho interés en la calidad extrema.
Es una carrera sin fin para el que las empresas no necesitan mucho más que un mensaje de superar estilo de vida, de poner la cara de Messi o regalar el producto a unos cuantos elegidos, como se está intentando con el celular modular, plantando así una idea que ha producido muchos dividendos a cierta tarjeta de crédito, pertenecer tiene sus privilegios.
El nuevo celular modular, parece más una idea de diseño que un objeto práctico, es sabido que a la mayoría de los usuarios les resulta complicado tan solo instalar una aplicación diferente a la que ya traen en el celular actual, no imagino cómo se venderán todos los que se tienen planeados para esa acción.
Pero peores ideas han dado resultado, como por ejemplo el zapato con plataforma, inconveniente para la salud, riesgoso, y aunque ya hubo una generación que pasó por los hospitales debido a quebraduras, y ya cuando pensábamos que no volveríamos a ver un diseño tan feo, ahí están reflotando la estupidez humana.
Mientras, quien sabe, los recursos del planeta desaparece en la carrera de la emoción extraña que muchos depositan en tener, comprar, tener, comprar.
Dicen que así se mueve la economía de un país, pero también dicen que así se destruye el planeta más rápido.
Un día alguien tendrá que dar un parate a la absurda carrera.