Cuando se acerca la época navideña, a muchos de nosotros empieza a recorrernos un sudor frío. Sí, es una época generalmente feliz, de celebración, en la que podemos pasar buenos momentos con nuestra familia y nuestros amigos; pero también es una época en la que, si no tenemos cuidado, nuestra cuenta corriente puede resentirse. La pregunta que hay que hacerse es esta: ¿es posible organizar una Navidad bonita y memorable sin que nuestra economía doméstica sufra las consecuencias y sin tener que abordar una complicada cuesta de enero? Por supuesto que sí, pero necesitamos disponer de un plan y analizarlo meticulosamente antes de llevarlo a cabo.
Ahora vienen las complicaciones: ¿qué hacer en los casos en los que, por ejemplo, somos más personas en la familia y no cabemos todos en la mesa del salón comedor? Solo hay dos posibles respuestas: o adaptarnos a las circunstancias y que parte de los miembros de la familia no estén tan cómodos y cómodas como el resto, o ahorrar durante un tiempo con el objetivo de comprar una mesa de comedor. Esto último, a priori, no tiene nada que ver con los consejos de ahorro que hemos estado dando. Si necesitamos que nuestra economía no se resienta, ¿cómo vamos a comprarnos una mesa? Pero esta idea viene de un prejuicio: todos los muebles son caros.
Resulta que no, no todos los muebles son caros. Evidentemente, tampoco es lo mismo comprarnos esa mesa, o si queremos un juego completo de muebles de comedor modernos, en diciembre a hacerlo seis meses antes o a principios de año. Tenemos que ser muy previsores para llegar tan temprano a la conclusión de que vamos a necesitar mejorar el mobiliario del salón si queremos que toda la familia disfrute de las Navidades sin incomodidades ni situaciones poco agradables.
El caso es que hay mesas y sillas que, además de baratas, son de calidad. Hoy en día muchas tiendas especializadas venden muebles para el hogar con una relación entre calidad y precio difícil de obviar. Así que, si nos lo proponemos, comprar una mesa puede ser un gasto razonable.