No hay dudas que lo interesante de los argonautas es que combatieron al Kraken, el maldito bicho marino resultó tan importante que hizo famoso a Jack, el pirata, a Ulises, en malas películas de clase B –ya que en el Ulises el monstruo era una fosa con dientes–; es tan atractivo que hasta lo metieron en tierra, convertido en Gotzilla, mismo mal carácter; los monstruos que destruyen y un héroe que lo puede es la ecuación necesaria para encender adhesiones.
Es la misma acción y escenario que transfieren a la redes, hay un héroe a quien los Kraken se multiplican para derrotar.
Por lo pronto estos Kraken son bastante ignorantes, en todas las versiones, marinas, terrestres, voladoras, perecen frente a la sagacidad, inteligencia y genio del héroe.
Esto viene a colación de denuncias que nos ha llegado a la producción, hay Krakens que se multiplican con el mero propósito de fustigar al héroe, en las redes, los métodos son como el de la Hidra: alguien con mucho tiempo se dedica a crear falsos perfiles, sin historia reconocible, por momentos sin más involucramiento que dedicarse a perseguir al héroe, para reírse u opinar, difamarlo, creyendo que lo tocan con mal prestigio.
En la era de la Internet es publicidad. Como decía Dalí: no importa si bien o mal, lo que importa es que hablen.
Algunos perfiles de los Kraken (adivinaron, son peruanos, país del deporte internacional de defenestrar a sus propios intelectuales):
Algunos hasta nos colocan sus datos personales, la nueva normalidad implica exhibir sus miserias rutilantemente.
La ignorancia es común en estos personajes, porque mientras para las aplicaciones no hay moral o prestigio solo tildes sobre iconos, no significan más que difusión o propagación, suelen implementar el sistema de no mostrar la cara, salvo para poner careto de risa, mientras creen burlarse en realidad ayudan.
Lo notable es la siembra, como previendo que serán usados para molestar, o ser pagados para destruir y trollear, estos personajes no son nada, pero sea para denigrar o apoyar, la intervención engrandece al héroe.
Entré en esta historia que escribí: El arte de la envidia en Perú, de la mano de un tal Grover González Gallardo Poesía que con ingenuidad propia del mediocre que pisa a otros porque cree que eso lo adorna, se sumerge en las ciénagas del memeísmo, con entusiasmo, nombre y apellido, mientras el millenials adaptado lo hace creando trolls, clones, o como les llamen. Lo interesante es lo premeditado: esos falsos perfiles están sembrados desde hace años, y los usan para lo mismo: menospreciar y difamar.
Para los periodistas que circulamos en las redes por necesidad laboral nos asombra que alguien prevea perder tiempo, un plan de estudios, un plan laboral, un plan de futuro: no; un plan para fastidiar.
La nueva normalidad, parece pequeña ante tanta previsión.
Mientras, ave héroe, se la toman con el tal Julio Barco, un joven notable, tal como en la mitología, el héroe gana; el joven da seminarios, entrevistas, de unos cuantos cientos, desde que los Kraken asolan ha pasado a más seguidores de sus trabajos y aumentando.
Como en las aventuras místicas el mal siempre favorece al héroe, lo resalta y pone en relieve, el joven es poeta, lector, serio; los memeros no tiene ni el más mínimo respaldo en intelecto.
Así son las redes: crean nuevas místicas.