Ya se sabe, las redes sociales tenían la fama de ser un cajón de naderías. Con motivo de la Pandemia, estamos todos, los nadas y los todos. De manera que no está mal andar buscando un espacio que nos contemple, digo, que nos tenga en cuenta con nuestras miserias y valores, como somos.

No pude sustraerme a comentar casos que me llegan que me hacen dudar de si no estaré equivocado. Vengo denunciando situaciones que podrían ser menores, pero emblemáticas; por un lado las estafas de avivados contra los escritores; por otro, el deporte de escritores peruanos en creer que mejoran sus escrituras menoscabando a otros escritores peruanos (estos casos son ya una epidemia que puede competir con el COVID19),

El asunto que me trae en este caso es sobre el Nadaismo, ese movimiento de los años 60’, en rebelión al ambiente cultural academicista en Colombia, y otras declaraciones en manifiesto, que en mi opinión, comenzó como asunto adolescente y como suele suceder, prende, y se propaga.

Hay edades en que si no te sumas a lo que sea oposición a algo no se desarrolla vida social.

Liderado por Gonzalo Arango y que todavía da coletazos, ahora resurgido en hervor por la misma razón que estamos todos: la Pandemia nos limita y andamos como capturados por todas las propuestas.

No voy a analizar el “nadaísmo”, aunque su palabra no da cuenta de ello por sí misma, pero, como toda rebelión contra el estatu quo, suele ser irresponsable, sin mucho sustento y con el mismo fin del arte: la libertad. Sin nadaísmos, con otro nombre estábamos igual.

No es por desmerecer los productos artísticos y literarios que surgieron de ellos, pero, me di con que hay algunos de esa época que aún usan la misma fórmula infantil, como si la “resistencia” y los argumento provocadores, tuvieran el mismo ímpetu de entonces o el mismo efecto; mi reflexión refiere a una publicación de Jotamario Arbeláez, me llamó la atención que hubiera aún personas de esa época que no hayan ya pasado la etapa del pavo; éste señor, se envanece de ello, en el camino se lleva puesta la responsabilidad.

Anda por allí con un panegírico, ahora dado a calzarse en rango de médico, científico, especialista, renegando de la situación, comparándola con dictaduras y poniendo palos en la rueda, dado ahora, a avanzada edad, ya no cambia el método de ser provocador más que escritor, y tal vez escritor por lo mismo. Tiene apoyos, tiene invitaciones, aquí y allá, promueve una pelea con Fernando Vallejo, como si ello le sumara prestigio, responde desde una tribuna que controla, por ahí, en diarios, es decir: el estilo memero o troll, pero escrito.

El punto es que todo tiene límite, este señor, promueve la rebelión a la Pandemia,  los barbijos, a cuidarse, a salir, a relacionarse a no andar controlado, y todo es culpa de “alguien”; qué impunidad les da a algunos la visibilidad de los amigos, premios construidos, libros pactados; ya se sabe lo que son los concursos; la línea directa se ve con los años, se premian unos, que luego serán jurados en los otros, se constituyen en opiniones legitimadas por el amiguismo, que arrastran con los años y a los que les toman el gusto y la mano. No es opinión literaria, es investigación histórica, tal vez lo merece, es el método el que lo pone en duda.

Leí de Arbeláez algunas historias, como a muchos, el señor no ha percibido que los tiempos han cambiado, que el respeto a la mujer nunca se debió perder y que, habiendo recibido, evidentemente algunos carterazos feminista, ahora pone a sus personajes femeninos a acosarlo a él; la idea es seguir con su tema de siempre, la pornografía disfrazada de humor, y soltando la hilacha; orgulloso de que con los años la líbido le funcione igual, sin darse cuenta que se le ha torcido con la época, incapaz de encarar la literatura se sostiene como una bandera baja, esperando que el viento la levante. Dignidad señor, la dignidad es lo que hay que levantar.

La última del señor, del nadaísmo al todoismo, ahora es médico, investigador, infectólogo, científico, opinador, influencer, ha encontrado un tema mejor que fabricar escenas donde mujeres lo acosan, que es más acorde el tiempo: la Pandemia. Ahí anda quejándose de que el “gobierno”, se ha vuelto fascista y controlador: un anticuarentena; apelando a la cosa baja del “me duele que no podamos abrazarnos” y deja caer como si todo fuera culpa del gobierno de Colombia, prácticamente llama a la desobediencia, que viene a ser: salgan porque estoy aburrido; salgan a comprar mis libros. Y como lo hace en verso con usted converso. Con la maniobra de yo soy poeta y no hay tema prohibido se disfraza de ideología y la ideología se disfraza de poesía.

Le concedo una frase que dijo: “…pensamos que el Nadeismo sería una tela corta, y resultó que los hilos de que estaba hecho era tan fuerte que hasta hoy perdura”. O algo así, probablemente le mejoré la frase y la idea.

Vamos por mal camino en las redes, pero estaremos peor.