Cuando pensamos en proyectos industriales, tenemos la mala costumbre de situarnos automáticamente en grandes urbes desarrolladas, como Madrid y Barcelona. Es cierto que la vida industrial de las grandes ciudades es considerable y puede servir de ejemplo en muchas circunstancias, pero es injusto olvidarse de las industrias y de su inestimable labor en otras regiones del país, normalmente consideradas rurales. Un ejemplo es la de las zonas castellanas, la conocida por numerosos motivos como «España vaciada». Vaciada, sí, porque vivimos en un sistema que obliga a la emigración forzosa a la capital, pero no porque no disponga de industrias fuertes.
De hecho, no solo encontramos infraestructuras y equipos realmente útiles en las industrias castellanas, sino que no escasean precisamente los profesionales altamente cualificados del sector. Cualquier industria de la región, si lo desea, puede encontrar con relativa facilidad ingenieros industriales de Valladolid, pues es una zona en la que encontramos numerosos tipos diferentes de industrias. Es decir, no hace falta irse fuera, precisamente, por ejemplo a esas gigantescas ciudades que suelen acaparar todos los focos de una manera poco recomendable, para localizar personas con la formación necesaria para hacerse cargo de los distintos sectores industriales.
Ocurre igual para industrias cárnicas, lácteas, etc. que necesiten contratar un ingeniero de Palencia, y en general este ejemplo sirve para las regiones circundantes. Si nos vamos de Castilla y León, encontramos situaciones parecidas en otras zonas, pero es muy importante comprender el estado de la situación industrial en una comunidad autónoma de la que, en general, muchas personas de Madrid se olvidan, porque se tiene la conciencia falsa de que solo la capital es capaz de proveer de todo aquello que se necesita.
De hecho, en la comunidad autónoma castellana tampoco faltan servicios y negocios específicamente creados para dotar a las industrias de maquinaria y material indispensable y necesario. No hay excusa posible, tenemos que empezar a revalorizar de una vez las industrias castellanas y, con ellas, a los expertos y a los profesionales que durante años se han formado para trabajar en ellas con toda la eficiencia posible. Es una cuestión de justicia.