El espacio de nuestra casa tiene un límite, sobre todo si, como la mayoría de la gente, vivimos en un piso relativamente pequeño, o al menos de tamaño modesto. No todo el mundo puede permitirse el lujo de tener un desván, un sótano o un trastero, e incluso en esos casos, sobre todo si tenemos una familia, esos espacios pueden acabar llenándose. Entonces es cuando tenemos que tomar una decisión: ¿donar o vender?
Las donaciones son, sin duda, la mejor opción. Las obras sociales y sus tiendas de segunda mano, así como las organizaciones humanitarias, existen también para que las personas ofrezcan la ropa y los objetos que ya no necesitan y que personas en situación de pobreza y riesgo de exclusión social puedan usarla. Pero también es posible que nosotros mismos estemos en una situación económica complicada y precaria y necesitemos con urgencia vender lo que no necesitamos para hacer acopio de dinero. Es entonces cuando debemos tomar la decisión de vender.
¿Y qué podemos hacer para vender? Acudir a tiendas de segunda mano es lo más cómodo, pero también podemos emplear los pocos ahorros que tengamos o créditos online con ASNEF para abrir un puesto en un mercadillo dominical de segunda mano. Y no solo dominical, cada cierto tiempo numerosas asociaciones sin ánimo de lucro organizan mercadillos solidarios en cafeterías, plazas del pueblo y avenidas. En cualquier caso, nuestro espacio de venta personal nos permitirá exponer todo aquello que no deseamos, y como se pasean muchas personas por este tipo de eventos muy a menudo, con toda seguridad venderemos, si no todo, por lo menos sí la mayoría de cosas.
Como consejo final, sería recomendable tener siempre una lista esquemática de los objetos en venta para llevar un control de lo que vendemos. Por supuesto, también de una hucha, siempre guardada y a buen recaudo. Es mejor aceptar dinero en efectivo para poder contarlo después.