Literatura latinoamericana, relatos, ensayos literarios
Alcofribas Nasier, extractor de quintaesencias, más conocido como François Rabelais; ejerció en su intrincada vida distintas actividades: monje, médico, humanista y, sobre todo, escritor genial.
En el Capítulo III de Gargantua, leemos: "En su edad viril, se casó con Gargamella, hija del rey de Parpaillones, bella moza de lindas facciones y, frecuentemente, hacían entre los dos la bestia de dos espaldas... tanto que ella engrosó de un bello niño". La expresión: "hacer la bestia de dos espaldas", se aclara con el párrafo "tanto que ella engrosó...".
En la prosa y poesía barroca influenciadas por prolíficos descubrimientos en las costas de América, Asia y África, abundan descripciones sobre el mar y navíos; océanos soportando el peso de “selvas enteras”, “alados pinos” y “undosos robles”. Aunque estas metáforas son antiguas, en el siglo V antes de Cristo Medea, de Eurípides, se inicia con el lamento de la nodriza cuando lamenta: "Ojalá la nave Argo no hubiera volado a través de las negruzcas Simplégades hacia el país de la Cólquide, ni en los valles del Pelión hubiera sido jamás cortado el pino, ni hubiera dotado de remos las manos de los excelentes varones".
En Hamlet (acto I, escena 1) dice Horacio: "Pero ved como la aurora, envuelta en su manto de púrpura, viene pisando el rocío de aquella empinada colina". Este caso refiere a la creciente luz dorada del amanecer o aurora,.“envuelta en su manto de púrpura”, que, precediendo al día, aventa,“viene pisando”, la humedad condensada durante la noche.
Los casos anteriores acuden a la figura retórica de la metáfora. La metáfora es un caso especial de la comparación o símil, que expresa un realce de un fenómeno u objeto mediante un término comparativo. El ejemplo más fatigado de símil sería: "dientes como perlas"; mejor el decir de nuestro Martín Fierro: "Yo no soy cantor letrao, / mas si me pongo a cantar / no tengo cuándo acabar / y me envejezco cantando; / las coplas me van brotando / como agua de manantial". En ambos ejemplos el paso de símil a metáfora lo dará la supresión del término comparativo que resulta en: "las perlas de su sonrisa" y "el manantial de coplas de mi canto".
Metáfora y símil, en sus distintas variantes incluyen a la sinécdoque, figura retórica que alude la totalidad mencionando sólo una parte: "los setecientos sables de la Carga de la Brigada Ligera"; y la metonimia que sugiere algo, o alguien, nombrando algún atributo que le es propio: "la espada sin cabeza", "los atletas fueron por el oro", "la pluma es más fuerte que la espada".
Aristóteles fue el primero en reflexionar sobre la metáfora y sus posibles variaciones. Y, en el Capítulo 21 de Poética, nos dice: "Metáfora es la aplicación de una cosa de un nombre que le es ajeno, tal traslación puede ser del género a la especie, de la especie al género, de una especie a otra especie o por analogía. Del género a la especie: 'aquí está parada mi nave' (Odisea 1, 185 y 24, 308), pues 'estar anclada' es una forma de decir 'estar parada'; de la especie al género: 'Ulises llevó a cabo diez mil acciones nobles' (Iliada 2, 272), pues 'diez mil' son 'muchas' y aquí se usa en lugar de 'muchas'; de una especie a otra especie: 'arrebatándole el alma con el bronce' y 'abriendo con el indomable bronce', pues aquí 'arrebatar' quiere decir 'cortar' y 'cortar' quiere decir 'arrebatar': ambas palabras son especies del género 'quitar'."
En la misma línea de razonamiento Aristóteles ejemplifica diciendo que la copa de Dionisio es su atributo, de la misma manera que el escudo lo es de Ares; así se puede llamar a la copa "escudo de Dionisio" y al escudo "copa de Ares". De manera análoga, la vejez es a la vida como el atardecer al día; entonces se puede llamar al atardecer "la vejez del día", y a la vejez: "el atardecer de la vida" o "el ocaso de la vida". En los casos citados, el uso de la metáfora implica, por parte del lector, un conocimiento o referencia a los ejemplos mencionados por el poeta, tal el caso de: "Vi a un hombre que con fuego soldaba bronce sobre otro hombre"; la frase refiere a un médico que aplica una ventosa de bronce a un hombre para hacerle una sangríaM; este instrumento médico, tras calentarse, se aplicaba al paciente, de suerte que, al enfriarse, producía un vacío que, a su vez, provocaba la salida de la sangre. "Soldar", pues, es una metáfora de especie a especie, pues "soldar" y "aplicar una ventosa" significan "una cierta aplicación de algo".
En el Capítulo 22 de Poética, Aristóteles advierte sobre el uso excesivo e inapropiado de la metáfora: "La excelencia del lenguaje reside en ser claro, pero no vulgar. El lenguaje más claro está constituido por palabras de uso cotidiano, pero este lenguaje es vulgar. El que utiliza palabras extrañas es, por el contrario, pomposo y se aleja de lo habitual. Llamo extrañas a las palabras insólitas, a la metáfora, al alargamiento y a todo lo que se aleja del uso cotidiano. Sin embargo, si se compusiera poesía utilizando sólo este tipo de palabras, el resultado sería un enigma". De donde, en el fondo, un enigma es una metáfora particularmente enrevesada. Todo texto o mensaje enigmático se resuelve cuando se puede deducir qué metáforas están disueltas en él. Gongora en Soledades 1, 5 dice: "Era del año la estación florida / en que el mentido robador de Europa / (media luna las armas de su frente, / y el sol todos los rayos de su pelo)". La estación florida es el verano; mentido robador, falso, metamorfoseado; media luna las armas de su frente, los cuernos del toro; y el sol todos los rayos de su pelo, los rayos atributo de Zeus, quien, transformado en toro raptó a Europa. Como el laberinto, en el cual es posible adentrarse si uno tiene el hilo de Ariadna, ciertas metáforas y enigmas necesitan el nombre que es la clave.
Sería necesario escribir la historia de la metáfora y de los laberintos para saber la verdad y el error que estas conjeturas encierran.