Algunos coinciden en describir de gran interés al hecho de colocar personajes dentro del escenario literario, hay un interés creciente en el funcionamiento artefacto escritural. El relato de los artificios literarios, es siempre una curiosidad, lectores y escritores se ven atraídos inexorablemente hacia el acto de escribir, sus arcanos, los comienzos, las formas en que la inspiración atrapa la mano y comienza la escritura.
En la literatura latinoamericana, según mi criterio, el gran maestro, Juan Carlos Onetti, en La vida Breve, logro uno de los escenarios de literatura en literatura más extraordinarios; el personaje de la novela, Juan María Brausen, fue contratado para escribir un guión, en la medida que transcurren los eventos de la novela, el Brausen va construyendo su guión, mentalmente, hasta que lo arte de la escritura realidad y ficción se imbrican entre sí hasta hacer irreconocible separarlas, uno de las mejores representación de la creación literaria y vida; características que algunos le asignan al Boom, cuando la ficción penetra la realidad, y se convierte en un escenario literario, en la realidad; los personajes inventados por Brausen, en el texto, el doctor Diaz Grey, vive la vida de personaje, del personaje Brausen.
Brausen vive en sus pensamientos, separado, creando la vida de Díaz Grey, tal como muchos describen el acto de crear, el otro, a la manera del Jorge Luis Borges, el que escribe se despega del real para poder crear sus personajes.
Juan Carlos Onetti, escritor contemporáneo, ha ido más allá de cualquiera de las famosas escenas de escritura dentro de la literatura, la más famosa: Alonso Quijano, cuyas aventuras comienzan cuando El Quijotede la mancha, leía novelas de caballería y de repente le ficción se mete en la realidad y el personaje sale a vivir las aventuras que los textos han moldeado en su imaginario.
Otro escenario famoso, es el de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carrol, Alicia estaba a la orilla de un lago y mientras su hermana leía cuentos de un libro que no tenía imágenes ni diálogos, Alicia pregunta: ¿Para qué sirve un libro sin dibujos ni diálogos?; en ese momento aparece el conejo mirando su reloj y Alicia se introduce en la ficción escritural, a la vez que en el hueco del árbol.
Es así que la literatura vive una doble vida, la que se produce, la que se cuenta que se produce.
Esta doble personalidad de la literatura se vuelve concéntrica, a veces radial, a veces espiral, los escritores generan escenarios de literatura, dentro de la literatura como un sistema intertextual entre realidad y ficción, tal vez con el propósito de franquear los misterios del éxito editorial, o simplemente para huir de sí mismos, relatando el camino en vez de apuntar directo a la salida, o tal vez, como muchos dicen, para vivir otras vidas, salirse de sí mismos, conjurar destino, neutralizar de alguna manera la unicidad que somos.
Tal vez, como Brausen, necesitamos huir de una realidad que nos interpela y frente a la cual respondemos con personajes a los que les asignamos cualidades que nos parecen divertidas o que anhelamos, los personajes que Brausen crea, Diaz Grey, Arce, a su vez, en su vida ficticia, funcionan como contrapeso de las características de personificación de Brausen, quien es un ser angustiado, que evade su realidad, le otorga a sus personajes, bondad al primero, perversión al segundo; a su vez, el autor Onetti, en una maniobra audaz, es el que alquila el departamento donde vive Brausen.
Los escenarios de literatura en literatura bien podrían llamarse realidad.