Los tipos de tratamiento de la esclerosis múltiple se componen de diferentes técnicas que abarcan desde las relacionadas con el campo de la farmacología hasta con elementos que intervienen en la rehabilitación. Esto es debido a que esta enfermedad autoinmune puede generarse de diferentes formas y la solución que debe darse tiene que adaptarse a cómo la desarrolla cada paciente.
Tras una minuciosa exploración física y otra de carácter neurológico, el médico deberá dictaminar, tras varias pruebas, si una persona está sufriendo o no esta enfermedad. Después, tiene que definir qué tipo de esclerosis es.
Tipos de esclerosis múltiple
Existen cuatro tipos predominantes y conocidos de esta enfermedad que, realmente, no pueden determinarse con exactitud desde el primer momento en el que se encuentra dentro de un paciente, debido a que el curso de los síntomas pueden variar dando lugar a un desarrollo diferente.
La esclerosis múltiple benigna determina que el afectado no sufrirá una incapacidad permanente y desarrollará uno o dos brotes únicamente de los que podrá recuperarse de forma absoluta.
También existe la esclerosis múltiple con recaídas o remisiones que se determina por la aparición de nuevos síntomas o la intensidad de los ya existentes a medida que surgen en forma de brotes en el paciente. Puede durar semanas y puede no volver a aparecer durante años.
Después, también está la esclerosis múltiple progresiva primaria y secundaria que se diferencian en que, los individuos que sufren la primera de las nombradas tienen desde su inicio un patrón común. Mientras que, en la segunda, la enfermedad, durante los primeros años, apenas tiene aparición y después desarrolla graves brotes en el afectado.
Soluciones
Cuando se consigue definir de la forma más exacta posible cuál es el tipo de enfermedad a la que una persona está enfrentándose, el médico le mostrará las diferentes opciones que tiene para elegir un tratamiento adecuado a sus problemas.
También, con cada una de las soluciones, se pretenden aliviar ciertos síntomas o situaciones concretas. Por ejemplo, los objetivos de lo que se pretende conseguir pueden abarcar desde la modificación de la enfermedad como desde el alivio de los síntomas.
Por todo ello, para determinar qué es lo mejor para el paciente, debe observarse de forma minuciosa el curso de la enfermedad, el tiempo que lleva gestándose en el organismo, el grado del dolor que somete al huésped y los demás recursos que uno quiera poner a disposición de un especialista.