Imaginé mi residencia en un lugar con vecinos que admiro; imaginé la biblioteca, el espacio de lectura, los títulos más deseados. Llevé mis pocas cosas, computadora, tazas para café, el gato Sombra.
La única contrariedad es la convivencia. No es fácil la proximidad de Juan José Saer, Juan Carlos Onetti y mucho menos de Salvador Elizondo; es una molestia la permanente sospecha de vivir con fantasmas y en el mejor de los casos, acusarte de plagio.