Microficción, microcuentos, microrelatos, Ana Lexton
Me regalaron un gato, al día siguiente el gato desapareció. Insistieron en que probablemente lo había soñado, pero estuve así, por días, esforzándome por encontrar indicios de que no había fantaseado; pensé que estaba atrapada en una dimensión donde el gato no existía y él debía andar por ahí, extrañándome, en otra.
Cuando el gato Sombra apareció, me convencí que era el gato extraviado, de tanto buscarme se había grabado en su mirada mi propia mirada, como un hilo de Ariadna que lo condujo hasta mí nuevamente.