Los más valiosos años y todas las obstaculizaciones concurren con el momento en que se debe introducir la educación en la vida de las personas, luego es demasiado tarde, salvo excepciones.

En la actualidad hay algunas investigaciones sobre cómo, cuándo conviene y cómo hace el cerebro para aprender, se sabe, además, que se compite con la biología, el cuerpo y el intelecto se desarrollan a destiempo si no se tiene una sincronización entre información, acción y edad adecuada para la maduración.

Luego, las herramientas de desarrollo del aprendizaje ha pasado del lápiz y papel a medios que utilizan múltiples estímulos a los sentidos, videojuegos, redes sociales, contenidos de creación colectiva sin certificaciones ni control de contenidos.

Más que nunca el acceso a la información a cualquier edad desborda el control de padres, luego el de maestros y el estado inclusive.

La formación actual, de repetición enciclopédica no acompaña con la formación del adulto que deberá enfrentar en 20 años una evolución tecnológica y políticas de empleo completamente diferentes a las actuales, tal como el adulto de hoy enfrenta un paradigma laboral que parece desviada de su formación, los títulos universitarios parecen obsoletos incluso, innecesarios en algunos casos para el desarrollo de las profesiones mismas, la Internet no sólo ha revolucionado el acceso a la información, sino también a la formación propia, el autodidacta es rey, parece mejor adaptado que alguien que ha pasado por el pesado aparato de la educación formal.

Estamos en un momento en que los nativos tecnológicos son alumnos, mientras que los que no lo son, los maestros, lo que provoca una inversión en el respeto a los métodos de educación y contenidos que reposiciona los roles y no de la buena forma, convierte un estadio de enseñanza en un sistema de consumo del conocimiento sin dirección sobre el objetivo, los chicos aprenden en esta etapa a conformar al docente con bajo o ningún valor sobre el contenido y el acto mismo de adquirir dirección en el conocimiento, se escapa el valor del objetivo que se encuentra más bien en un extremo demasiado lejano, entre la primaria y la universidad los contenidos curriculares son importantes, pero invisibles.

El factor sobre el que podemos reflexionar es el uso del tiempo, parece probado que sostener la actividad de la educación en los años de formación, sea cuestionable o no, forma al individuo y lo introduce en el tiempo laboral de forma útil independiente de la calidad de su educación, la formación templa al espíritu, es la idea.

Sin embargo, un objetivo de fortalecimiento de estrategias de enseñanzas es imperativo, el resultado de la intervención de los medios tecnológicos no son medibles aún, y según se lo vea o es un obstáculo o un exceso.

Potenciar los docentes de la actualidad para cambiar la situación es un proceso en el que interviene la voluntad política de la nación que aporta recursos económicos y organización para ello, en Argentina, tales aspectos son desalentadores, ya que cuando hay problemas sociales, aunque es la escuela uno de los medios de neutralización para convertir el futuro, la educación no suele una prioridad de agenda política.

Mientras por una parte los que piensan en la educación del futuro, neurociencias, pedagogía, psicología en intersección con los modelos de ciencias actualizadas, computación, informática, advierten sobre urgencia de cambiar los modelos educativos, modificar técnicas, contenidos, abordajes, no hay acciones suficientemente veloces, la tecnología nos jala hacia el futuro, pero el peso es tan grande que las naciones que no sepan acompañar el proceso serán irremediablemente absorbidas por el vórtice más atractivo, el consumo.

Los niños de hoy, los adolescente y universitarios están siendo formados en la cultura de lo instantáneo y la desvalorización del conocimiento, confundiéndolo con la información, averiguar un dato que ofrece la Internet no es conocer, es sólo un cúmulo de datos sin la guía del objetivo.

Las políticas educativas no parecen accionar sobre este proceso, ni estar pensando en la educación del futuro, es económicamente difícil renovar todos los frentes educativos para acomodarse a las nuevas herramientas disponibles o a los nuevos conocimientos sobre cómo se adapta el cerebro a los nuevos desafíos.

Un factor importante aunque no se reflexiona sobre ello, es el factor social, aglutinarse con objetivos comunes de conocimiento, como se da en las universidades configuran un universo social importante  para el desarrollo de una sociedad organizada por intereses comunes, la intervención en la realidad personal interactuando con otras realidades se acomodan entre sí, y eso siempre ha dado un buen resultado para el momento del adulto, el entorno social sano es provee de los estímulos necesarios para equilibrar la desigualdad.

El objetivo de una educación inclusiva, si en vez de verse como mero objetivo de conocimiento mostraría su mejor perfil, proveer de empatía social, objetivos altruistas que se pueden adquirir en el momento en que se está preparado para comprenderlo, incorporarlo y aplicarlo.

Modernizar la enseñanza se impone, no sólo por los nuevos paradigmas del conocimiento sino porque es un método de inserción en un mundo social, adaptado, de valorización social, de consenso y tolerancia.

Sin tener claro estos objetivos la innovación de la educación siempre estará en un segundo plano en lo político; el objetivo de apoyar nuevos modelos educativos que impidan la deserción es un objetivo a mediano plazo para obtener adultos con empatía, solidarios y productivos con que cualquier país puede beneficiarse.