Si por algo se ha caracterizado los años del Kirchnerismo, no ha sido por las cadenas nacionales, sino por la súbita explosión de comentarios en su contra.

Todo germen de comunicación oficial era aplastado por miles de quejas en los medios virtuales, redes sociales y comunicacionales expandían el mensaje de lo negativo del método de la presidenta por el uso de ese recurso.

Desde que existe la comunicación virtual que la discusión sobre el medio tomó más protagonismo que el mensaje.

Especialmente en la era que nos precedió, se subvirtieron los términos y acusaciones, mientras la guerra del periodismo contra el gobierno K se desarrollaba a todas luces con los métodos más virulentos, comprar opiniones de personajes importantes, diseminar Trolls por todos los medios, propios ajenos, y publicaciones en los diarios más importantes en contra del gobierno el discurso general es que era la presidenta quien “perseguía a los periodistas”.

Mientras que en los años de la era K, ningún periodista fue callado, ni echado de su puesto, ni tan siquiera censurado, a los pocos meses de la presidencia de Mauricio Macri, las opiniones oficialistas son desmesuradas en persecución de cualquier voz apenas simpatizante con los K.

Están siendo barrido toda oposición, llegándose a extremos como borrar de los billetes la cara de Eva Perón, y suplantarla por animales.

El punto revela aristas ocultas pero obvias del Macrismo, lo que mejor saben hacer, no es gobernar, sino administrar las comunicaciones, el billete, es un emblema que parece superficial, pero es un medio de comunicación que pasa por todas la manos, al mejor estilo de los Faraones del antiguo Egipto, el nuevo rey, pretende borrar a los anteriores haciendo desaparecer las imágenes icónicas y su recuerdo.

Las estrategias que lograron este resultado es de la misma fuente que logró el voto para Obama, la comunicación a través de medios digitales.

Para el no conoce el término, un Troll es un tipo de actividad en medios virtuales, redes sociales, blogs, periódicos, new letter, noticias, que consiste en diseminar discursos negativos respecto a una persona, el discurso, bien organizado implica sembrar sospechas, y difundirlas por todos los medios; puede haber una o varias personas detrás del mensaje, pero la sensación es que hay muchos provocando la idea de que si muchos lo dicen, puede ser verdad.

Miente y miente, que algo quedará, dice el certero dicho.

Es así, que de la mano de los Troll, gente sin origen, sin dar la cara o con nombres falsos, se cargaron al hombro todo tipo de ataques contra la presidenta; de su eficacia pueden dar cuenta dos casos resonantes, por un lado la acusación contra Cristina Kirchener en el caso Nisma, que la dio culpable frente al público, sin razones reales, ni tan siquiera demostrables, desviando la atención de un sospechoso mucho más concreto, con causas probables, Mauricio Macri, a quien Nisman tenía contra la pared por la causa de las escuchas ilegales, entre otras.

El otro caso, más reciente, la acusación contra Anibal Fernandez por el resonante caso de los Lanatta y cómplices, que en una entrevista con Lanata, periodista, en la casa de Carrió, mencionó a Fernandez, asociándolo con la droga, justo en el momento en que se jugaba la gobernación de Buenos Aires.

A la luz de los hechos, la situación parece una operación típica de las muchas que se han ido desguazando a lo largo de la política estadounidense, culpar al otro y tener todos los recursos y medios, siempre ha sido eficaz.

La oportunidad y los medios están con el gobierno de Mauricio Macri, quien despreocupado de su rol, se muestra en TV con discursos de anuncios, sin soluciones, que siguen pareciendo promesas electorales, y que los medios se encargan de transformar como si fueran realidades, mientras, los Trolls, esos personajes que cobran sueldos que el pueblo paga, continúan con su política de provocación, anulando todo comentario elogioso hacia la administración K.

Es así que los medios que permiten comentarios se ven plagados de acotaciones insultantes hacia cualquier comentario o en contra de Mauricio Macri o a favor de Cristina Fernandez de Kirchner.

La llamada resistencia, se enfrentan con una increíble fuerza autómata que sin exponer razones o pruebas ha instalado en parte de la sociedad un discurso de corrupción por parte de Cristina del cual no sólo no existen pruebas, sino que ni siquiera hay cuota de verdad con la cual se construyen sospechas, mientras el presidente procesado, con más de 214 causas se dedica a los discursos electorales, prometiendo rutas, soluciones, y una revolución de alegría de la cual sólo hay palabras, tras la realidad de despidos, persecución, eliminación de comunicación, aumentos, disminución de sueldos y todo tipo de tropelía social, de las que los Trolls no se ocupan.

Sin duda, las redes sociales han construido ideas, sembrado las necesarias formas de instalar la política actual.

Es así que los Trolls se encargaban de desarmar toda acción, indicando que eran falsas ciertas convocatorias K, que los invitados un programa eran narcotraficantes y todo tipo de contrainformación para neutralizar las autoconvocaciones de la resistencia.

En un pasado no muy lejano, las ollas hicieron lo suyo, cuando el gobierno pretendió cobrar impuestos al campo por las exportaciones, ya que debido a ello o se cubría el mercado interno de alimentos y otros productos, ante lo que el gobierno K tuvo que importar esos insumos, ahora a precio del dólar.

Las ollas no permitieron que Cristina obtenga esos dólares de las exportaciones y tuvo que echar mano de otros fondos, mientras lo que se llenaban los bolsillos con esas exportaciones, sin tener que nutrir el mercado interno, ahora fueron los únicos en capacidad de adquirir viviendas, propiedades, comprar terrenos, lotes; mientras los ciudadanos con la ollas no tenían acceso al crédito y para ellos era imposible el acceso  a hipotecas.

Sin duda los Troll, con la misma política de provocación, convocan las ollas virtuales en busca de un apoyo que evidentemente da resultado, a la luz de los acontecimientos.

El mejor efecto, es que ante las evidencias de manipulación, los hechos mismos, despidos, ajustes, inexistentes obras, las personas no pueden enfrentar la verdad de haber sido conducidas en su opinión.

La gente prefiere creer que se ha equivocado por sus “propias” creencias en vez de analizar lo que las llevó a creerlas.

La actividad Troll es uno de los reflejos de una sociedad en la que las redes sociales están tomando el poder político que les otorga el poder de la comunicación, la construcción del relato, es un aspecto que sin este apoyo, resulta ineficaz.

Asistimos a momentos en la comunicación donde la sospecha ha dejado de ser eficaz frente al método. Sospechar no basta, hay que saber comunicarlo.

Algunos Trolls, dispuestos a dar la cara, con la conciencia de ser lo suficientemente inteligentes como para imponer sus relatos, Lanata, Majul, han cobrado fortunas por este trabajo y otros por convicción, Legrand, que han servido desde siempre con prebendas para sostenerse en los medios.

La era que se viene, no es el de los hechos, sino el del relato de los hechos, los hechos mismos serán invisibles, la gente creerá en ellos como los del traje invisible del rey, porque habrá un Troll que le dice que existe.