El cerebro, ya se sabe, nunca se apaga, aún cuando parece estar en mínima actividad, mientras dormimos, por ejemplo.
El cerebro, timón y sustento de nuestra existencia, se debe mimar y cuidar, no sólo es el motor que mantiene activo nuestras motivaciones y salud, sino que tiene necesidades especiales que es obligatorio conocer.
Estos son algunos de los hábitos a los que no debemos someterlo, está demostrado que perturban al cerebro, que dará señales de daño cuando desarrolla enfermedades desagradables.
El primer acto del día de atención al cerebro, debe ser el desayuno, utilizarlo sin ese combustible es abusar de sus posibilidades. Un desayuno que incluya un poco de azúcar, sin excesos, proveerá de los nutrientes necesarios y la activación necesaria para no agotar las reserva de nuestro órgano menos conocido.
Dormir suficiente, es un factor indispensable. La vida actual boicotea este proceso, el sueño habilita la reproducción de células que participan en la reconstrucción de la mielina, sustancia principal en la unión y protección de células nerviosas en el cerebro, principalmente, aunque también de la médula espinal. El sueño ayuda a fortalecer la mielina, combatiendo las enfermedades típicas por la falta de esta sustancia como la esclerosis múltiple.
Es inconveniente dormir con la cabeza descubierta, se ha revelado que permite almacenamiento de carbono en el cerebro, lo que ocasiona efectos permanentes y crecientes.
El cerebro es un músculo, necesita lo mismo que cualquier otro músculo del cuerpo; aunque las novelas policiales nos venden la idea del detective que medita en la habitación oscura, en la quietud de una habitación llena de sombras, fumando una pipa, en la realidad del cerebro tiene que pasar todo lo contrario, movimientos al aire libre, saludable actividad física.
La contaminación del medio ambiente que consiste en consumir el oxígeno, volverlo insuficiente o polucionado, expone al cerebro a consecuencias de daños. Los ambientes poco ventilados, o sometido a la contaminación, exponen al cerebro a una situación de estrés que a la larga lo paga en salud.
Y por último, somos cada vez más, pero también más solitarios, el cerebro está preparado para el desarrollo social, el intercambio, el alimento de calidad humana, las personas solitarias están propensas a sufrir enfermedades cerebrales complejas.
Para un cerebro saludable no basta atacar uno o varios aspectos, sino en conjunto, un poco de cada cosa lo mantendrá activo y longevo.
Estudios científicos han demostrado el temor a tener una vida más larga en salud corporal que en la cerebral, es el mal del siglo actual, para que ello no ocurra, hay que tomar en serio las necesidades del cerebro.