Todo queda para después, que después es nunca. Lo que el futbol mantiene invisible no volverá.
Es una lástima que nadie haya festejado que haya un argentino en el Wimbledon, Leonardo Mayer, le ganó a Andreas Seppi, el italiando.
Los otros argentinos que ya no están en carrera, fueron Carlos Berloq y Paula Ormaechea, pero por un día, o dependiendo del resultado, Federico Delbonis, originario de Azul, quien jugará contra el finlandés Jarkko Nieminen.
Pero todo esto parece ciencia ficción, el mundial de futbol no mira ningún otro evento, todo se paraliza, menos las deudas, dicen algunos.
No es una cuestión de millones, ya que en ese evento se mueven más de 30 millones, sino de pasión.
Los cultores del Tennis, suelen ser observadores durante los mundiales.
Y es que hay muchos que sin interesarse por el futbol en general, durante los mundiales, se colocan la camiseta y gritan los goles como si fueran propios.
Es uno de los pocos momentos en que todos parecen resonar al mismo ritmo de los goles.
Cuando todo pase, momento en el que nadie quiere pensar, volvemos a ser los mismos odiosos de siempre, gruñones, preocupados por los fondos buitres, por la intransigencia de otros y recién nos preguntaremos qué pasó en el Wimbledon con el argentino.