Los caniches se pueden adiestrar tomándose un tiempo para hacerlo, luego se convierten en los mejores compañeros.
Hace un tiempo ya, cuando era alumna de la facultad nos fuimos a vivir juntos con mi novio. Al poco tiempo, nos regalaron un caniche por una deuda; la idea es que era un perrito muy solicitado, podríamos venderlo y recuperar un dinero que nos debían.
Pero una vez que tenés un caniche, no hay método que te permita desprenderte de él.
Mi novio, resignado a los cuatro ojos lastimeros con que lo mirábamos, los dos míos y los dos del cachorro, accedió a que viviera con nosotros, con la condición que él se ocupaba de adiestrarlo.
A mi ya me sonó horrible, porque nada más lejos de mi la idea de adiestramiento, que ya la palabra me parece bizarra.
Y fue una de las experiencias más interesantes, pues pude vivir por mí misma un método eficaz, sin perturbar el carácter del perro y sin perturbarme a mí.
Teníamos un patio muy pequeño, largo, de un ancho que apenas entrábamos, era una medianera con el edificio de al lado, pero ideal para adiestrar al animal.
El primer día, y siendo cachorrito, se llenaba ese patio de diarios, y se lo hacía jugar allí, por supuesto, hacía sus necesidades sobre el papel y todos los días se cambiaba.
La primera semana era aburrida, porque hay que tener el patio cubierto todo el tiempo, como es un lugar para juegos, el cachorro se la pasaba ahí, correteando, mordiendo juguetes y cosas que le arrojábamos mientras jugaba.
Poco a poco, le vas retirando los diarios, hasta que va quedando uno, el cachorro ya se ha acostumbrado a hacer sus necesidades arriba de un diario.
Se equivocará de vez en cuando, con lo que habrá que volver a agregar, pero en menos de un mes, el animalito habrá aprendido a hacer sus necesidades donde debe, antes incluso de la rutina de sacarlo a pasear.
Cuando ya está esa etapa, se hace lo mismo con cualquier objeto que se tenga en cantidad y que él pueda recoger con la boca.
Le pusimos lápices de madera. Compramos al por mayor, una cajas completa y regamos el patio.
Pero esta vez, cada vez que él mordisqueaba los lápices, se los mencionábamos señalándolos. El agarraba cualquiera, pero nosotros le nombrábamos la palabra mientras lo agarraba, intentábamos sacárselo y siempre nombrándole el lápiz.
Poco a poco, día a día, le sacábamos lápices, hasta que finalmente quedaba uno.
Luego, mismo método con otro objeto, y así para diferentes cosa.
Conseguimos corchos, tapas de plástico, teniendo en cuenta el tamaño para que pudiera tomarlo con la boca sin tragárselo; trapos que nos tomamos el trabajo de recortar de sábanas, bollitos de papel, vasitos de plástico y así, todo tipo de cosa que pudiéramos conseguir en cierta cantidad.
No recuerdo cuánto tardamos pero sé que no pasó mucho tiempo que bastaba señalarle un objeto y nombrarlo para que nos lo alcanzara.
No sin cierta resistencia porque en algunos casos no era para jugar, siempre esperaba alcanzar algo y que lo arrojáramos.
Llegamos a la conclusión que el método era bueno, pero fallamos en que no debíamos arrojárselo de nuevo, sino pedirle otro cada vez, porque nunca perdió la ansiedad de esperar que se lo volviéramos a arrojar después de alcanzarnos algo.
Es así que nos traía el diario a la cama, y pequeñas cosas, zapatos, cosas que estaban a su alcance.
Lo que puedo decir es que los caniches son un tesoro, inteligentes, dispuestos e incansables.
Ya no está conmigo, pero esa es la parte triste que prefiero dejar para otra ocasión, sin embargo puedo asegurar que el método es eficaz, mi novio aseguraba que para cualquier raza de este tipo de perros, los llamados de agua o cazadores de presas, el Cooker, el Hush pupie, el maltés, el chitsu, no sé si los estoy escribiendo bien.
Otra cosa que es útil, es llevar registro de todo lo que tenga que ver con el perro, vi por ahí un sitio que vende un álbum de mascotas que sirve para eso, para registrar la vida del perro, vacunas, visitas al veterinario.