Ciudad mágica, encanto, belleza, Barcelona le debe parte de su identidad al genio artístico de Gaudí.
La arquitectura no es solamente medidas y arte, es espacio y luz, la escala es el vacío.
Estamos conquistando el vacío, los nuevos materiales, la tecnología, y la voluntad artística que es la que empuja los límites, está logrando que las estructuras modernas, lleguen a tamaños a los que la palabra inconmensurables no representan.
Edificios como verdaderas ciudades de las que no es necesario salir, para los que los grandes barcos de placer, son un prototipo de que es posible.
La física parece inconmovible, pero nos ofrece todos los elementos para romper las barreras, ya hay hormigón conductor, y se consigue con el conocimiento y arte de usar las propiedades de esa mezcla.
Del mismo modo, se estudia la naturaleza, el clima, tanto en sus indulgencias como en las que no, provoca un efecto del que ya conocemos sus riesgos, en el medio, en el entresijo de la física, el arte toma su espacio, no necesita siquiera transgredir leyes físicas, le basta con sus propias desmedidas.
La escala del vacío se desobedece en la misma medida en que todo lo demás evoluciona, pero antes que nada, empieza en la idea de un arquitecto, o de una artista, de ahí al paso siguientes, es una cuestión de pasión, voluntad y tesón.
Gaudí es uno de los arquitectos que en vez de medir materiales, tomó el vacío, le colocó el arte, y si acaso, materiales, creó una obra extraordinaria, excedió la materialidad misma de los elementos, para entrar en el terreno de lo místico.
Gaudí contradice la norma; su obra, no parece partir de la genealogía habitual, el espacio formativo de lo académico, y alarde en el arte de moldear materiales hasta llegar a una forma que ni siquiera pudo explicar a las personas que lo ayudaban a construirla. Sus métodos, casi metafísicos, no podían leerse ni en la obra terminada, cualquier visión carece de la totalidad y permanece insatisfecha frente a la obra misma, que siempre parece querer decir algo que no es visible, lo que es ya un factor místico, ya que la materialidad profusa, los símbolos religiosos, los detalles profusos, el abigarramiento de señales, es el primera impacto, como si precisamente lo que no se permitiera fuera el vacío.
Arquitecto, artista, visionario, físico, demiurgo, le caben muchas denominaciones a este artista que ha dejado una obra cuyas claves están siempre por develarse.
Hay huellas tan potentes que le dan identidad a una ciudad, es el caso de la obra de Antoni Gaudí, modelando Barcelona.
