Lo más curioso de las actuales elecciones es que se pone en la misma balanza unidades de diferente peso y gana el más pesado.
De Scioli no se cuestiona su gestión, ni sus logros, sino que le socian la personalidad de la conducción actual, que no aplica al candidato, con probada trayectoria y sin confrontaciones, ni la prepotencia con que la prensa lo persigue.
De Macri, no se ha podido demostrar ningún logro, sólo promesas que son logros del gobienro actual, y una improbable actuación en su futura gestión, porque no ha realizado nada de lo que promete durante su ya larga actuación.
Sin embargo, muchos están convencidos y votaron a un candidato del que ya se tiene probada actuación delictiva, en contraposición con un candidato al que le han creado una personalidad completamente ajena a la realidad.
La prensa escrita y la tv, están montando el mayor espectáculo que se conoce del desvío de atención sobre una gestión.
De Scioli no se habla de sus logros, sino de lo que suponen será una personalidad como la de Cristina, de Macri, al revés, se le asigna una personalidad, apoyándose en promesas que nunca cumplió, ni por las que tuvo que responder.
Apoyado de ese te modo por los principales medios, asistimos a la construcción de la impunidad.
Este caso figurará en los libros como el de la construcción del candidato más sórdido de la historia.